Migración masiva de peces hacia el océano Ártico |
La segunda fase del Congreso Internacional sobre el Ártico, 'Arctic Frontiers', que se celebra esta semana en la ciudad noruega de Tromso, ha reunido a varios centenares de científicos implicados en investigaciones sobre la vida subacuática en este océano, cada vez menos glacial.
El objetivo: que expongan su conocimiento sobre la zona más desconocida del Ártico: los aproximadamente 2,8 millones de kilómetros cuadrados de océano profundo que hasta ahora han permanecido permanentemente helados, pero que, según las previsiones más optimistas del propio Consejo Ártico, podrían quedar libres de hielo en verano entre los años 2030 y 2040.
¿Habrá productividad marina en las aguas, de unos 4.000 kilómetros de profundidad, que rodean el Polo Norte cuando quede libre de hielo? ¿Querrán colonizarlas ballenas, rodaballos y bacalaos? Y, en caso afirmativo, ¿habrá pesca comercial en estas aguas internacionales?
La franja marina que rodea el núcleo helado del Ártico (el mar de Barents, el norte de Islandia, el noroeste y nordeste de Groenlandia y el mar de Bering, entre Estados Unidos y Rusia) es uno de los territorios pesqueros más productivos del planeta, de donde procede el 20 % del pescado que se consume en el mundo.
Sin embargo, los impactos del cambio climático están desplazando los caladeros cada vez más al norte, ante "la pérdida de productividad marina en la zona sur".
"El calor acumulado en la atmósfera debido al calentamiento se transfiere al océano y se traduce, a su vez, en estratificación y en pérdida de nutrientes en bajas latitudes", explica Paul Wassmann, profesor de Ecología Marina de la Universidad de Tromso.
Por el contrario, al perder el hielo "las zonas del Norte absorben una luz que antes no captaban, adquieren más nutrientes y por tanto, son más productivas", agrega.
De este modo, los científicos del Instituto de Investigación Marina de Noruega (IMR en sus siglas en inglés) han constatado un 'significativo' desplazamiento hacia el norte de poblaciones de especies comerciales como el capelán, el rodaballo de Groenlandia, el bacalao ártico o el arenque.
La pregunta es, de continuar estos cambios en sus ecosistemas como prevén los científicos, si seguirán las especies marinas migrando hacia el océano profundo.
"Necesitamos más ciencia para responder a esa pregunta", apostilla Wassmann en una entrevista con Efe, "pero todo indica que la respuesta estará en si hay o no disponibilidad de nutrientes".
"A medida que aumente el deshielo el mar captará más luz, pero para ser más productivo y atraer a las especies necesitará también nutrientes; es como un hortelano en España que reciba una luz excelente para hacer creer sus hortalizas pero no disponga de un suelo fértil", apunta este científico alemán afincado en Noruega.
Harald Loeng, director de Investigación del IMR, ha estudiado el potencial de las especies pesqueras comerciales de colonizar las inmediaciones del Polo Norte.
En sus investigaciones, ve un alto potencial 'colonizador' para las ballenas, el tiburón de Groenlandia, la raya ártica, el cangrejo de nieve o el bacalao ártico; y "posibilidades de expansión mucho más al norte" para el capelán, el arenque o el bacalao atlántico, aunque no en las latitudes más altas.
Loeng indica que todo dependerá del tiempo que dure la temporada de deshielo, la distancia a la que se sitúen sus nuevas zonas de reproducción y la fidelidad hacia las mismas, y, esencialmente, de la cantidad de comida disponible.
Tanto Loeng como Wassmann ven improbable que en el centro del océano Ártico haya pesca comercial en menos de diez o quince años, aunque no dudan de que a finales de siglo, como bromeó el científico canadiense Steven Fergunson, las ballenas hayan sustituido a los osos polares como los mayores predadores del Ártico.
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