Las ratas alimentadas durante toda su vida con maíz transgénico de Monsanto o expuestas mediante el consumo de agua a su fertilizante más vendido, Roundup, sufrieron tumores y daños múltiples en sus órganos, según un estudio francés publicado el miércoles que generó duras críticas de expertos independientes.
Gilles-Eric Seralini, de la Universidad de Caen, y colegas, dijeron que las ratas alimentadas con una dieta que contenía NK603 -una variedad de semillas modificadas genéticamente para tolerar las dosis de Roundup- o a las que se dio agua que contenía niveles de este químico permitido en Estados Unidos murieron antes que las que siguieron una dieta normal.
Expertos que no participaron en el estudio se mostraron altamente escépticos sobre sus métodos y hallazgos, y algunos acusaron a los científicos franceses de embarcarse en una "salida de pesca estadística".
Los animales bajo dieta genéticamente modificada sufrieron tumores mamarios, así como daños severos en hígados y riñones. El estudio fue publicado en la revista profesional Food and Chemical Toxicology y presentado en una conferencia de prensa en Londres.
Los investigadores dijeron que el 50 por ciento de los machos y el 70 por ciento de las hembras murieron de forma prematura, frente a sólo el 30 por ciento y el 20 por ciento en el grupo de control.
Monsanto no estuvo inmediatamente disponible para realizar comentarios, pero el grupo ha dicho en el pasado que sus productos son seguros y que no hay evidencias creíbles de riesgos para la salud de los seres humanos o animales derivados del consumo de cultivos transgénicos.
Los transgénicos son altamente impopulares en Europa y muchos otros países del mundo, pero dominan los cultivos clave de Estados Unidos luego de que Monsanto introdujo en 1996 soja genéticamente modificada para tolerar su fertilizante Roundup.
Los especialistas a los que los periodistas les pidieron que revisen el artículo advirtieron tener mucho cuidado en sacar conclusiones de la investigación. Tom Sanders, jefe de la división de investigación de ciencias nutricionales del King’s College de Londres, señaló que el equipo de Seralini no había brindado ningún dato sobre qué cantidad de alimento recibieron las ratas o cuáles eran sus tasas de crecimiento.
"Este tipo de rata es muy propensa a los tumores mamarios, particularmente cuando no se le restringe la ingesta de alimentos", indicó en un comentario enviado por correo electrónico.
"Los métodos estadísticos son no convencionales y las probabilidades no están ajustadas a múltiples comparaciones. No hay un plan de análisis de los datos claramente definido y parecería que los autores se han embarcado en una salida de pesca estadística".
Mark Tester, profesor de la University of Adelaide en Australia, dijo que los resultados del estudio generaban la duda de por qué ninguna investigación previa había despertado preocupaciones similares.
"Si los efectos son tan grandes como se propone, y si el trabajo es realmente relevante para los humanos, ¿por qué los norteamericanos no están cayendo como moscas? Los transgénicos han estado en la cadena alimenticia durante más de una década allí, y la longevidad sigue aumentando inexorablemente", indicó en un comentario enviado por correo electrónico.
Mientras que quienes respaldan los cultivos trangénicos dicen que estudios previos han demostrado abrumadoramente su seguridad, los críticos argumentan que la información disponible sobre los efectos a largo plazo aún es limitada, dado que los cultivos han estado en el mercado sólo por unos 15 años.
Seralini formó parte de un equipo que expresó temores sobre la seguridad basándose en un estudio en ratas de menor duración publicado en diciembre del 2009 en una revista científica, pero este lleva las cosas un paso más allá al seguir a los animales a lo largo de su ciclo vital, de dos años.
Monsanto dijo en ese momento que los científicos franceses habían alcanzado "conclusiones no corroboradas".
Seralini cree que sus últimos estudios en ratas aportan un punto de vista más realista y mejor documentado sobre los riesgos que los ensayos de alimentación durante 90 días que forman la base de las aprobaciones de cultivos modificados, ya que tres meses es sólo el equivalente de la primera fase de la edad adulta en ratas.
El francés Jose Bove, vicepresidente de la comisión de agricultura del Parlamento Europeo y conocido opositor de los transgénicos, pidió la suspensión inmediata de todas las cosechas y autorizaciones de importaciones de cultivos genéticamente modificados en la Unión Europea (UE).
El estudio probablemente también generará roces en Estados Unidos, donde quienes se oponen a los transgénicos están luchando en California por lograr que se retiren todos los alimentos genéticamente modificados de la cadena alimenticia.
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