Managua, 9 abr (PL) Sin estudios suficientes para validar la ausencia de daños a la salud humana los productos transgénicos también atentan contra la soberanía alimentaria de las naciones, señalaron hoy legisladores del Parlamento Indígena de América (PIA) reunidos en Nicaragua.
En un seminario internacional sobre el tema, con sede en esta capital, diputados de 10 países coincidieron en que la introducción de semillas genéticamente modificadas socava la diversidad biológica, culturas ancestrales y capacidades de producir alimentos sin dependencia externa.
Según el peruano Juan Pari, grandes firmas trasnacionales y grupos de poder económico en distintas partes del mundo, sin importar los perjuicios presentan las semillas transgénicas como solución a los problemas de productividad, el deterioro de cultivos por plagas y enfermedades y la falta de disponibilidad de alimentos.
Pese a criterios encontrados, en su país al menos por el momento lograron aplazar por 10 años la introducción y la producción interna de organismos vivos genéticamente modificados, a partir de una ley suscrita por el Parlamento nacional y puesta en vigor hace cuatro meses, destacó.
De acuerdo con lo expuesto en el intercambio, el asunto no es oponerse a los desarrollos científicos, los gobiernos deberían preocuparse más por respaldar investigaciones nacionales que ofrezcan respuestas prácticas y preserven la biodiversidad.
También recordaron que proliferan áreas dedicadas a cultivos transgénicos experimentales que, debido a los procesos de polinización, están provocando perjuicios en plantaciones tradicionales.
Negocios de grupos corporativos ligados a intereses de poder político, señaló el hondureño Maylo Wood, facilitan además la entrada de semillas certificadas o mejoradas que igualmente afectan a productores nacionales, quienes se ven obligados a depender de insumos foráneos bajo el control de los monopolios.
En declaraciones a Prensa Latina, Carlos de Jesús Alejandro, diputado federal de México, aseguró que en su país la puesta en práctica del Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos y Canadá significa al cabo de varios años una pérdida neta de soberanía alimentaria.
De manera progresiva, comentó, vienen reduciéndose los subsidios y otros apoyos a campesinos y pueblos indígenas, que históricamente aportaban granos básicos, lo cual condujo a la pérdida de infraestructura productiva y a bajas sensibles en los rendimientos.
La dependencia de semillas y agroquímicos importados crece constantemente, mientras el maíz, que era uno de los rubros principales de exportación, cayó al punto de convertirnos en importadores, señaló.
El evento del PIA sobre soberanía alimentaria concluirá este martes con intercambios acerca de la autonomía y los derechos territoriales de los pueblos originarios del continente americano.
En un seminario internacional sobre el tema, con sede en esta capital, diputados de 10 países coincidieron en que la introducción de semillas genéticamente modificadas socava la diversidad biológica, culturas ancestrales y capacidades de producir alimentos sin dependencia externa.
Según el peruano Juan Pari, grandes firmas trasnacionales y grupos de poder económico en distintas partes del mundo, sin importar los perjuicios presentan las semillas transgénicas como solución a los problemas de productividad, el deterioro de cultivos por plagas y enfermedades y la falta de disponibilidad de alimentos.
Pese a criterios encontrados, en su país al menos por el momento lograron aplazar por 10 años la introducción y la producción interna de organismos vivos genéticamente modificados, a partir de una ley suscrita por el Parlamento nacional y puesta en vigor hace cuatro meses, destacó.
De acuerdo con lo expuesto en el intercambio, el asunto no es oponerse a los desarrollos científicos, los gobiernos deberían preocuparse más por respaldar investigaciones nacionales que ofrezcan respuestas prácticas y preserven la biodiversidad.
También recordaron que proliferan áreas dedicadas a cultivos transgénicos experimentales que, debido a los procesos de polinización, están provocando perjuicios en plantaciones tradicionales.
Negocios de grupos corporativos ligados a intereses de poder político, señaló el hondureño Maylo Wood, facilitan además la entrada de semillas certificadas o mejoradas que igualmente afectan a productores nacionales, quienes se ven obligados a depender de insumos foráneos bajo el control de los monopolios.
En declaraciones a Prensa Latina, Carlos de Jesús Alejandro, diputado federal de México, aseguró que en su país la puesta en práctica del Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos y Canadá significa al cabo de varios años una pérdida neta de soberanía alimentaria.
De manera progresiva, comentó, vienen reduciéndose los subsidios y otros apoyos a campesinos y pueblos indígenas, que históricamente aportaban granos básicos, lo cual condujo a la pérdida de infraestructura productiva y a bajas sensibles en los rendimientos.
La dependencia de semillas y agroquímicos importados crece constantemente, mientras el maíz, que era uno de los rubros principales de exportación, cayó al punto de convertirnos en importadores, señaló.
El evento del PIA sobre soberanía alimentaria concluirá este martes con intercambios acerca de la autonomía y los derechos territoriales de los pueblos originarios del continente americano.
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