viernes, 2 de noviembre de 2012

FARMACOS ACTUALES PARA EL SIDA Y CANCER MATAN EN VEZ DE SANAR

Medicinas que Matan
Los fármacos actuales matan a los pacientes
El doctor Heinrich Kremer/ Especialista en Mitocondrias Celulares, pertenece a la organización Regimed, que reúne a un grupo de científicos que cuestionan las explicaciones oficiales en lo que se refiere al sida, especialmente, y también se muestran críticos con los tratamientos utilizados en el cáncer y otras enfermedades degenerativas.

En 1981 fue director médico de una clínica especializada en drogodependientes que formaba parte de una experiencia piloto del Gobierno alemán, lo que le permitió conocer de cerca el papel de las diferentes toxicomanías en el correcto funcionamiento del cuerpo humano. Estudioso de las mitocondrias celulares, defiende tratamientos no agresivos para luchar contra enfermedades como el sida o el cáncer.

El pasado fin de semana, estuvo en Barcelona para dar una conferencia sobre los procesos vitales y el tratamiento alternativo que propugna para superar estas graves enfermedades.

El doctor alemán defiende los tratamientos no agresivos contra el sida y el cáncer.

¿Cómo fue su experiencia en la clínica piloto especializada en drogodependientes?.

Heinrich Kremer: En los años setenta se desarrolló en Europa una epidemia de hepatitis B, y en 1978, EE. UU. puso en marcha una vacuna contra esta enfermedad, que hay que decir que afectaba a tres grupos: homosexuales,
drogadictos por vía parental y hemofílicos. Tres años más tarde, el Gobierno Federal alemán puso en marcha una clínica piloto en cinco de sus regiones para estudiar la incidencia de la enfermedad en drogadictos, y me nombró director médico. Ya en 1982 se introdujo la vacuna de la hepatitis B en Alemania, y yo, viendo que no tenía efectos secundarios y que la OMS recomendaba su uso, la
apliqué a los infectados y, como preventivo, a los trabajadores sanitarios, y comprobé que era efectiva.

En 1984, se congelaron muestras de sangre de todas aquellas personas de la clínica infectadas con la hepatitis B, y el Gobierno Federal y el de las cinco autonomías acordaron aplicar los tests del sida, por primera vez en Alemania, a estas personas. Yo estuve de acuerdo en que lo hicieran, a condición de que los tests fueran anónimos.

¿Cuál fue el resultado de esos tests?.

De un grupo de 200 muestras, 18 dieron positivo, mientras que de los 78 colaboradores míos que se sometieron al test, dieron positivo 8 de ellos. En total, 26 «sentencias de muerte». Yo estudié los tests y vi que no tenían ningún
valor clínico, ya que detectaban el mismo tipo de anticuerpos que se producen cuando una persona está padeciendo una hepatitis B. El 95% de las personas que
dan positivo al test del VIH tienen hepatitis.

Posteriormente, trabajé con 20.000 drogadictos en las prisiones alemanas, y ni uno solo de ellos tuvo una
seroconversión, hasta que dejé el proyecto debido a mi desacuerdo con la política llevada a cabo por el Gobierno Federal en cuanto al tema drogas y sida.

El problema es que se nos explica la transmisión de la enfermedad únicamente tomando como base los tests.

Seropositividad y sida son dos cosas diferentes.

¿Qué es el sida?.

El sida es un modelo equivocado, subproducto de otro modelo equivocado que fue el cáncer. En 1971 se decía que el cáncer se podía contagiar y luego esto se desestimó. Después se habló de que el Sarcoma de Kaposi, una de las enfermedades que se asocia al sida, se extendería al resto de la población. Esta teoría, después de 16 años, se sabe que es totalmente falsa. El sida no existe como
definición. El fenómeno sida engloba a un montón de enfermedades que ya están perfectamente explicadas por sí mismas.

Yo, más que un síndrome de inmunodeficiencia, prefiero hablar de un síndrome de energiadeficiencia. El jueves, un rotativo catalán anunciaba que los nuevos fármacos podrían eliminar el virus en la sangre en tres años de tratamiento.

¿Qué opina sobre esto?.

Uno de los estudios es el realizado por David Ho, elegido «hombre del año» por la revista «Time». Este señor es un tramposo, porque afirma que «una combinación
de tres fármacos contra el virus del sida durante un periodo de entre 27 y 38 meses consigue erradicar completamente el virus de la sangre». Pero esto lo dice
a raíz de un estudio basado en el seguimiento de ocho pacientes durante veinte semanas. Ho parte de un modelo matemático equivocado.

Este científico se hizo famoso cuando las contradicciones sobre el modelo sida eran tan obvias, que se necesitó lanzar una nueva teoría. Esta es precisamente la de David Ho, que fue el primero que sustituyó la idea de que el VIH era un lentivirus, afirmando que es un virus que se multiplica a gran velocidad y que se encuentra en todas partes. Esta afirmación no tiene base científica.

¿Usted es de los que piensan que los fármacos actuales administrados a los enfermos de sida son un veneno?.

Sin duda alguna. Los medicamentos, como el Bactrim, aplicados a los enfermos están compuestos de dos sustancias: una es citostática, e impide la división
celular (es la usada en quimioterapia). Las otras, las sulfanomidas, inhiben la producción de ácido fólico, que es la vitamina que el cuerpo necesita para formar el material genético. Estas dos sustancias, juntas, disminuyen la
ploriferación de células inmunitarias y matan todas las células, incluidas las mitocondrias, que son las bacterias encargadas del transporte de energía de una célula a otra.

Estoy en condiciones de afirmar que este tipo de medicamentos, a medio plazo, matan.

La vida según Kremer.

El doctor Kremer centró su conferencia en la descripción de las llamadas «terapias sistemáticas no agresivas», y mencionó la necesidad de utilizarlas en lugar de los fármacos actuales.

Bajo el título «Qué es la vida y sus consecuencias para tratamientos no-agresivos de sida, cáncer y enfermedades degenerativas», el doctor Heinrich Kremer, que estuvo acompañado del virólogo Dr. Stefan Lanka, dio una conferencia en Barcelona que tenía como objetivo «dar a conocer una serie de procesos vitales y evolutivos que ayuden a precisar el tipo más adecuado de tratamiento
para todo tipo de enfermedades», según sus propias palabras.

Kremer habló de sida, de cáncer, y de otras enfermedades, como el Parkinson, el Alzheimer, o las producidas por el estrés (depresión, psicosis, etc.), pero se centró, sobre todo, en la puesta en práctica y descripción de terapias
sistémicas no agresivas.

En opinión del médico alemán, el tratamiento recomendado para ayudar a superar estas graves enfermedades pasa por «ofrecer aquellos ladrillos que ayuden a la
reconstrucción de las células hepáticas, unas moléculas que favorezcan el transporte de energía entre las células». «Las moléculas que tenemos son de dos formas: reducidas y oxidadas. El cuerpo necesita una combinación de ambas, un equilibrio que permita su propia regulación», añade Kremer.

¿Dónde se encuentra esta combinación de moléculas?.

Kremer lo explica, a partir de un punto de vista evolutivo: «Así como los animales, al ser móviles, podían evitar los rayos ultravioleta, las plantas, estáticas, no podían escapar a estas radiaciones.

A raíz de esta exposición contínua al Sol, las plantas
desarrollaron unas moléculas llamadas polifenoles, que tienen una capacidad de protección de los rayos ultravioleta y de absorción de radicales químicos.

Existen unos cinco mil tipos de polifenoles, de los cuales la Vitamina E es uno de los más conocidos». Kremer afirma que «el ser humano necesita recibir estos polifenoles de forma natural, mediante una alimentación adecuada que restablezca en el cuerpo la proporción de energía y la absorción de radicales libres necesarios».

La palabra mágica es «fitoterapia», que intenta ayudar al mantenimiento de las funciones celulares simbióticas. Las medidas terapéuticas de la fitoterapia están basadas en sustancias análogas, orgánicas e inorgánicas, para la formación de energía, que deben ser ofrecidas, y que ya en las primeras fases de la evolución posibilitaron el desarrollo de los organismos complejos.

«La aspirina, sin ir más lejos, que procede de una corteza de un árbol muy conocido, y cuya prevención de la arterioesclerosis es bien sabida, contiene polifenoles, al igual que el vino», asegura Kremer. En este sentido, y descartado cualquier tratamiento basado en medicamentos elaborados por la química, el Dr. Kremer adelantó que está investigando una combinación de plantas que han elaborado médicos del Tíbet, «lugar donde el ser humano vive en condiciones muy especiales de exposición al Sol», que contiene ambos tipos de células, las reducidas y las oxidadas, y que él considera que se está revelando como un medicamento de gran eficacia.

En su conferencia, el Dr. Kremer explicó a los allí presentes una curiosa teoría, una hipótesis que elabora una explicación sobre la evolución biológica, a la que ha puesto el nombre de «Gaia», y que sirve para apoyar sus opiniones respecto al tratamiento de enfermedades. «Comprendiendo el funcionamiento de
fondo, podemos ayudar en casi todo», manifiesta Kremer.

Según la citada teoría, hay una interacción permanente y global entre toda la materia viva y la considerada inanimada (por ejemplo, la atmósfera), de forma
que se establece una simbiosis que se mantiene gracias al flujo permanente de energía. En este proceso tiene un papel crucial la alta concentración de oxígeno.

Los primeros entes vivos, un tipo de bacterias, obtenían la energía que necesitaban del hidrógeno. Cuando éste escaseó, las bacterias aprendieron a dividir la molécula de agua a través de la fotosíntesis, lo que supuso una
liberación de oxígeno, que constituyó la primera amenaza ecológica global. En este momento, hubo un doble proceso de endosimbiosis: unas bacterias contribuyeron a la preservación y complejización de la información genética,
dando lugar a la configuración del núcleo celular y otras aprendieron a obtener energía a partir del oxígeno. Esto es la base de todo desarrollo de vida superior.

Kremer opina que «se puede entender al ser humano como una gran y compleja colonia de bacterias funcionando endosimbióticamente. Esto permite entender tanto la salud como la enfermedad. La clave es preservar la simbiosis, tanto a nivel de la bisofera como a nivel del cuerpo humano, y la utilización de antibióticos, quimioterapia, o antivirales interfieren en la información genética del ser humano».

La teoría de la bala mágica.

La teoría de la «bala mágica», creada por Paul Ehrlich en 1906, sirve de ejemplo al Dr. Kremer para explicar lo absurdo de una creencia firmemente extendida en la medicina actual: que la evolución científica ha creado medicamentos capaces de llegar y actuar en un punto determinado del cuerpo humano. «Es imposible pensar en un lugar clave donde colocar esa bala mágica. La complejidad del cuerpo humano hace que nadie pueda prever donde va a actuar un medicamento y qué es lo que va a destruir».

Fuente: Blog Medicinas que Matan

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