viernes, 5 de julio de 2013

ESCLAVOS DEL SIGLO XXI

Rocío Galván @ 10-06-2013 03:29 [Fotonoticia]

Madrid.- EJF revela que inmigrantes birmanos son capturados, torturados y obligados a trabajar, a veces hasta la muerte, en buques tailandeses.
Llegan a Tailandia de forma ilegal con engaños en busca de una vida mejor desde países más pobres del entorno, como Birmania. Les prometen un trabajo digno, un sueldo, un futuro… pero al entrar en Kantang les encierran en un buque como esclavos de la pesca. Rehenes en la cárcel del mar, son obligados a trabajar 20 horas al día en condiciones infrahumanas. El que resiste gana su vida, el que no es lanzado por la borda para ser pasto de los tiburones. No hay testigos. Nadie escucha sus gritos. Es el drama de los esclavos del siglo XXI.
Es también el de 15 pescadores birmanos que fueron víctimas del tráfico de seres humanos, de la explotación y la tortura, pero que consiguieron escapar. El más joven tiene 16 años. “Intentamos huir pero empezaron a golpearnos. A mi amigo le dejaron inconsciente”, explica Than Shwe, de 18 años.
Un informe de la ONG británica Environmental Justice Foundation (EJF) adelantado a ELMUNDO.es denuncia este tráfico y los reiterados abusos de los derechos humanos en la industria pesquera de Tailandia. Según la Raks Thai Foundation, hasta 200.000 inmigrantes ilegales, en su mayoría de Birmania, Laos y Camboya, son utilizados como mano de obra en buques tailandeses.
“Me asusté mucho al ver el barco, había oído historias de personas que había sido vendido en el mar. Era tan desgraciado que pensé en arrojarme al mar”, explica una de las víctimas.
La tripulación de estos navíos del horror es muy violenta y en ocasiones golpean hasta la muerte a los ‘esclavos’ que no tienen fuerzas suficientes para faenar o simplemente pegan un tiro a aquéllos que cometen una insubordinación.
Según un informe de la ONU sobre el tráfico de personas, el 59% de los inmigrantes que sobreviven a este tipo de embarcaciones en Tailandia han sido testigos del asesinato de alguno de sus compañeros.
“Vi como mataron a tres hombres por intentar huir. Primero los golpearon y luego Ko Myo (el intermediario o capataz) les disparó en la cabeza”, relata otro pescador birmano.

Vinculación con la policía local

Los largos períodos en el mar, la ausencia de controles y la connivencia de la policía local hace muy difícil al Gobierno tailandés luchar contra la trata de personas en el sector de la pesca.
“Es obvia la vinculación de la policía. Ko Myo nos obligó también a trabajar en una plantación de caucho propiedad del jefe de la policía“, explica Khin Zaw, de 46 años, quien también estuvo cautivo en un barco de bandera tailandesa.
Alrededor de 27 millones de personas son víctimas del tráfico de seres humanos en todo el mundo y Tailandia es uno de los países que más sufre esta lacra. De hecho, el informe sobre Tráfico de Personas (TIP) del Departamento de Estado de EEUU de 2012 reconoce que “Tailandia es origen, destino y país de tránsito de hombres, mujeres y niños que son objeto de trabajos forzosos y tráfico sexual”.
Además, este mismo informe asegura que “una parte importante de las víctimas del tráfico de mano de obra en Tailandia son utilizados en la pesca comercial”.
A pesar de estas conclusiones, EEUU ha subido a Tailandia de nivel en su informe, desde el ‘Tier 3′ -países que no cumplen unas condiciones mínimas y no hacen esfuerzos por lograrlas- hasta el ‘Tier 2 Watch List’ al considerar que su Gobierno está realizando “significativos esfuerzos” para cumplir los mínimos estándares recogidos en la Trafficking Victims Protection Act (TVPA).
Una opinión que no comparten la ONG EJF y gran parte de sector pesquero europeo, que exigen al Gobierno tailandés que firme el Convenio de Trabajadores del Mar (num. 188) de la OIT, que establece estándares internacionales para regular las condiciones de los profesionales del sector.

Competencia para las pesqueras europeas

Según la FAO, Tailandia es el tercer exportador mundial de pescado (sus exportaciones alcanzaron los 7.000 millones de dólares en 2010) y su enorme industria pesquera, que da empleo a 650.000 personas, necesita cada vez más mano de obra.
Con una tasa de paro del 0,5% -a diciembre de 2012-, Tailandia busca en sus vecinos pobres la fuerza de trabajo que mantenga su imparable expansión. Los inmigrantes ya representan el 10% de los trabajadores de su industria pesquera y la mayoría de ellos proceden de Birmania.
Los escasos o nulos costes laborales inciden en el precio final del pescado tailandés, que es mucho más barato que el de sus competidores europeos.
La ONG británica asegura “tener evidencias” de que las 15 víctimas liberadas trabajaban para un armero tailandés -propietario de hasta 30 buques de estas características- que vende su mercancía a dos empresas que cuentan con el certificado de la Comisión Europea para exportar su productos al mercado europeo.
Estamos consumiendo pescado producido por empresas que tienen a sus trabajadores como esclavos y que no cumplen ni con los derechos humanos, en perjuicio de empresas españolas y europeas que respetan la legislación de la OIT y los derechos laborales”, denuncia Juan Manuel Trujillo, presidente de la Sección de Pesca de la Federación Europea de Trabajadores del Transporte (ETF).
“Nos preocupa extremadamente el hecho de que productos del mar capturados por barcos que operan en estas condiciones tan lamentables acaben siendo comercializados en el mercado de la UE“, asegura el secretario general de Anfaco, Juan Vieites.

Pendientes de Bruselas

Mientras tanto, en Bruselas la Comisión Europea ya ha iniciado las negociaciones para firmar un acuerdo comercial bilateral con Tailandia que eliminaría los actuales aranceles -que oscilan entre el 20,5% y el 24%- y que daría un trato preferencial a sus importaciones de pescado y marisco a la UE.
Para Trujillo, esto genera una situación de ‘dumping’ contra las empresas comunitarias que cumplen con la normativa y que respetan los derechos humanos porque “no se puede competir con la esclavitud”.
La Comisión Europea debe ser totalmente rigurosa y garantizar el cumplimiento de las normativas y los estándares sociales, laborales, higiénico-sanitarios, medioambientales y de sostenibilidad de los recursos de la industria pesquera, transformadora y conservera de Tailandia”, defiende Vieites.
Después de EEUU, Europa es el segundo mercado de las exportaciones tailandesas. En 2011, el país asiático vendió en Europa un total de 91.357 toneladas de conservas y preparados de atún, lo que supone un incremento del 15% respecto al año anterior.
La eliminación de los aranceles causaría un daño incalculable el sector atunero español, que es el segundo mayor productor de conservas de atún del mundo por detrás precisamente de Tailandia. Esta industria no sólo es uno de los principales motores de la economía gallega, sino que además genera 15.000 empleos directos, que ahora están en peligro.
Javier Garat, secretario general de la Confederación Española de Pesca (Cepesca) y presidente de la Asociación de Empesas Pesqueras de la UE (Europeche), asegura que se trata de un caso de “competencia desleal” puesto que los buques tailandeses no cumplen con la normativa comunitaria. Además, exige a Bruselas que mantenga los aranceles al sector atunero tailandés porque levantarlos podría “ser el fin de la industria conservera española”.
Todos los expertos aseguran que es imposible competir con la esclavitud. Pero la experiencia nos dice que no respetar los derechos humanos a larga sale más caro. La investigación realizada por EJF ha dado voz a 15 víctimas que han tenido el valor de dar la cara para denunciar estas prácticas. Dicen que lo hacen por todos aquellos cuyos gritos de dolor aún se pierden en el mar.
http://www.elmundo.es/accesible/elmundo/2013/06/07/internacional/1370620152.html

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