Por Carlos Fermín
Quienes disfrutan de la sustancia, la malgastan porque les sobra. Quienes no poseen la sustancia, la codician porque les escasea. Algunos la convierten en una lucrativa mercancía que venden por litros en sus comunidades. Otros la contaminan gracias a las mezclas tóxicas que vierten las industrias en sus cuencas. Cada día, el agua navega por el laberinto ecológico que construye y ahoga a toda la Humanidad
Dicen que el agua tiene memoria. Es un ser consciente que recuerda, vive y sufre el impacto ambiental negativo que provoca la Sociedad Moderna. El agua es secuestrada, robada y humillada en manos de las transnacionales, que desean asfixiarla en petróleo o sedimentar sus costas. Por obtener una gota de agua potable, somos capaces de amar u odiar al prójimo. Podemos quedarnos en la tranquilidad del hogar viendo la TV o salir a protestar con los vecinos en las furiosas calles. El agua mueve a un Mundo que se pierde en el rencor, en la ira y en la sed de venganza. Todo o nada. Vivir o morir. No importa color, religión o bandera, pues la necesidad de tener una fuente de agua para el consumo humano, viene haciendo que el fin justifique el medio para conseguirlo.
En conexo, el agua se teoriza como un bien común de libre acceso para todas las poblaciones, pero la caótica realidad sigue superando la ficción que atesora al recurso natural. Pese a que el agua es el ingrediente principal del Mundo, el pastel nunca fue bien digerido por los Seres Humanos, quienes han abusado de la receta mágica, y la convirtieron en un arma de destrucción masiva. Vemos que la herida continúa abierta, y no hay agua suficiente en el mar de Aral para curarla. Tan sólo se observa un cielo enrojecido por tantas bombas, cohetes y misiles que revientan los territorios foráneos, donde se esconden los yacimientos acuíferos de incalculable valor monetario. El irrespeto a los derechos humanos, se encarga de profanar las lágrimas de las inocentes víctimas que nunca se salvan del holocausto. El negocio del genocidio permite que los inversionistas extranjeros, vayan saboreando el manantial de agua enturbiada por clarificar. Dicen que una gota de agua será responsable de la Tercera Guerra Mundial, pero basta con saber que más del 80% de los océanos son explotados por la irracionalidad humana, para comprobar que el belicismo corporativo y financiero ganó la batalla naval en contra de la Pachamama. A los barcos pesqueros y a las plataformas petroleras, no les importa que los océanos regulen la temperatura del planeta o que produzcan la mayor cantidad de oxígeno. Ellos sólo desean enlatar todos los ecosistemas que atrapan a diario en sus gigantescas redes, y seguir derramando crudo bendito en el Golfo de México.
La poquísima cantidad de agua incolora, inodora e insípida que aún permanece santificada en los océanos del Mundo, está siendo analizada justo en este momento, en una gran sala de negocios donde los accionistas discuten qué marca comercial obtendrá las coordenadas, para envenenar de refrescantes gaseosas al Mundo. La costumbre de vivir en entornos contaminados viene castigando el destino de las aguas, y por eso las empresas no asumen la responsabilidad socio-ambiental, en aras de remediar los daños causados por las actividades mineras, pesqueras y agrícolas.
Aunque sabemos que las civilizaciones antiguas respetaban los espacios marítimos, por considerarlos templos sagrados de meditación, descanso y reflexión. Ahora la Sociedad Moderna, ya no sabe cómo seguir corrompiendo esos entornos, arrojando envoltorios de golosinas en las playas, lanzando botellas plásticas en los lagos y tirando cajas de cartón en los ríos. A nadie le importa si en esa ancestral laguna los indígenas veneraban a sus deidades, si en ese místico río desemboca el lago más grande de América, o si en las olas de esas playas los surfistas se enamoraron de la Naturaleza. El paso del tiempo demostró que el legado ecológico fue pisoteado por una gran blasfemia llamada globalización. No hay señal de retorno en esta mortífera carrera hacia la destrucción del Ser. De hecho, el Hombre siempre ha encontrado en las profundidades del mar, el mejor depósito natural para guardar sus grandes tesoros, como: televisores de plasma, baterías de litio, jeringas radiactivas, computadoras, embarcaciones piratas, aires acondicionados, escombros, teléfonos celulares, buques submarinos, discos de acetato, ositos de peluche y demás artilugios contemporáneos. Por eso, ya existe una isla de basura ubicada en el giro oceánico del Pacífico Norte, apodada la Sopa de Plástico y que revela el camino equivocado que transita el orbe.
Sin embargo, dicen que el agua no se le niega a nadie, así como tampoco se oculta la mente capitalista que invade al Mundo. Hoy en día, el agua está muy lejos de ser un derecho humano fundamental para todos. Es consabido que muchas familias humildes de nuestro continente, no disponen del servicio de agua potable. Hay zonas rurales que pasan días, meses y hasta años sin el suministro regularizado del líquido, agudizando la crisis ambiental global. En paralelo, a veces asumimos una actitud de autocomplacencia, al malgastar el agua porque pagamos con puntualidad el recibo mensual y merecemos derrocharlo, o incluso, compramos bombas eléctricas que son ruidosas y costosas, para aumentar el flujo de agua en el hogar. Por el contrario, deberíamos compartir esos litros de agua potable con quienes no lo poseen, sin esperar reintegros económicos ni adulaciones sociales.
La mezquindad está moviendo al Mundo, siendo un antivalor social que indica la falta de una verdadera educación ambiental en la ciudadanía. La mayoría de las personas no reducen, reutilizan o reciclan los desechos sólidos, porque no sienten la necesidad de practicar la tarea conservacionista. Dejan los equipos eléctricos prendidos en la casa u oficina, porque no sienten el deber de practicar la eficiencia energética. Se despilfarra el agua potable, porque no se establece un marco legal que obligue al uso racional del vital líquido. El vaso medio lleno o medio vacío. Todos saben que la basura terminará contaminando los arroyos de sus localidades, así como esperan que la lluvia recargue los embalses de las hidroeléctricas. El problema es que cuando llegan las inesperadas épocas de sequía, los incendios forestales, las inundaciones, los apagones o los terremotos, siempre es más fácil culpar al planeta Tierra por las calamidades que ellos mismos crean al manipular con fiereza los recursos.
Desde hace décadas el agua es un bien privado, que no depende de tuberías para llegar a las comunidades, sino de artimañas burocráticas que deciden el futuro próximo de la sustancia. El agua llega donde el dinero llegue. No importa donde vivas, ya que las válvulas gubernamentales escogen las viviendas que gozarán del preciado líquido. Nos duele reconocer que en los países latinoamericanos, el agua es parte de un macabro juego político, utilizado como chantaje para que la gente vote a favor de uno o en contra del otro. Se aprovechan de la desesperación de las personas, en busca de obtener resultados electorales favorables.
En tal sentido nos preguntamos ¿No hay agua o conviene que no haya agua? Resulta lamentable observar como la venta itinerante de agua potable a través de camiones cisternas, se ha convertido en un rentable medio de sustento para los usureros, quienes llenan los tanques de agua cilíndricos que sobresalen en las casas, residencias, escuelas y urbanizaciones. Así, se crea una cortina de humo empleada por los gobiernos, para garantizar el agua mercantilizada en todas las regiones, sin gastar un centavo reparando los graves problemas de infraestructura que presentan las ciudades.
Es insólito que los pueblos de América Latina, abastecidos de riquezas naturales en sus geografías, tengan que lidiar con la falta de la sustancia en los territorios. Lo afirmamos, pues en nuestros países es común que se utilicen los infinitos lagos, los caudalosos ríos y las exuberantes islas, como símbolos culturales que engalanan el acervo histórico de las poblaciones, por lo que se emplean al enviar cartas postales, al crear videos de interés turístico y para celebrar fechas patrióticas que rinden tributo a la nación. Pero, lo contradictorio es que cuando recorremos en vivo y directo sus aguas, nos encontramos con entornos muy contaminados que demuestran la agresiva problemática ecológica que enfrentamos a diario. Por ejemplo, el Lago de Maracaibo ubicado en Venezuela y considerado el lago más extenso de Sudamérica debido a sus más de 13.000 km2, engloba todos los inconvenientes socio-ambientales descritos en el artículo. En sus inmensas aguas hay cualquier cosa que usted se imagine. Desde los legendarios residuos de petróleo que rememoran los trágicos derrames de crudo, pasando por los desechos industriales con elevadísimos niveles de toxicidad, y terminando con la descomunal basura doméstica que se acumula en sus costas. Tampoco debemos olvidar la intensa actividad pesquera que ahogó al cangrejo azul, y el manto sacro de lemna que no deja que los rayos del Sol, iluminen la prueba del gran ecocidio descubierto.
Es la desoladora imagen de un lago que nunca descansa en paz, porque el impacto ambiental negativo es visualizado y aceptado por todos los factores sociales que integran la entidad zuliana. Sobre una porción de sus aguas se halla el conocido Puente General Rafael Urdaneta, empleado a diario por miles de personas que lo transitan desde sus vehículos particulares y autobuses, en espera de llegar con premura a las actividades laborales, académicas u hogareñas. Lo triste, es que no existe una actitud conservacionista en la ciudadanía para reconocer y preservar sus entornos naturales, como la Laguna de Sinamaica, la Isla de San Carlos, el río Catatumbo y obviamente el Lago de Maracaibo.
Todos lo ven contaminado por afuera, pero nadie lo piensa descontaminado por adentro. Cada año se celebra con bombos y platillos la dicha de tener un lago tan grande y un puente tan extenso. Es frecuente que se realicen programas de televisión y rebuscados discursos políticos en frente de sus aguas, demostrando orgullo regional en compañía de ese lindo panorama de fondo. Para los zulianos es normal que el lago se encuentre contaminado. Debe ser así porque la realidad ya fue asimilada por gran parte de la ciudadanía. No se denuncia, no se critica, simplemente no pasa nada.
La misma situación enfrenta el Lago Titicaca, que es el lago navegable más alto del Mundo, el cual es compartido por las naciones latinoamericanas de Perú y Bolivia. Aunque es considerado el “Lago sagrado de los Incas”, la gloria de sus aguas es silenciada por la extrema contaminación impulsada por las nuevas generaciones de Seres Humanos. En su bahía, usted puede encontrar una serie de atractivas sustancias, como arsénico, plomo y mercurio. En las cercanías del lago, los científicos belgas encontraron un sinfín de reliquias preincaicas, pero antes de irse no dejaron sumergida una pastilla de cloro para intentar sanearlo. Y en su isla, un grupo deinversionistas va a construir un hotel de lujo para convertir las misteriosas leyendas de los indígenas, en un gancho publicitario que venderle a los turistas.
Sin duda, que el Lago Cocibolca en Nicaragua, es apreciado como el mayor lago de América Central y el tercero más grande de Latinoamérica. No obstante, las aguas albañales y los agroquímicos se han encargado de devorar la vida de los únicos tiburones de agua dulce que existen en el Mundo, y que se equivocaron al elegir ese soleado entorno marítimo para vivir. El llamado “Gran Lago de Nicaragua”, será fuertemente destruido gracias al canal interoceánico que planea estropear los ecosistemas, haciendo caso omiso de leyes ambientales que resguardan el entorno natural. Sus más de 400 isletas, tres islas y dos volcanes, esperan que el fuego del contrato chino-nicaragüense, transforme el agua dulce en un rentable oleoducto para hidrocarburos, en un corredor ferroviario y en dos aeropuertos.
También los ríos son gravemente contaminados en los senderos latinoamericanos, tal es el caso de la cuenca del Río Matanza-Riachuelo en Argentina, que fue ubicada dentro de los 10 lugares más contaminados del Mundo, debido a un inflamable cóctel de cinc, plomo, cobre, níquel y cromo que viene afectando sus riberas. Ese irreparable daño ambiental, es auspiciado por las plantas químicas que operan cerca del río bonaerense, junto a las más de 1000 empresas que lanzan toneladas de desechos industriales en sus aguas, las cuales nunca son multadas por los gobiernos. Tal impunidad, ha ocasionado una emergencia sanitaria que tampoco ha sido resuelta en su totalidad por los organismos públicos. La descontrolada situación aflige la calidad de vida de una gran cantidad de lugareños, quienes esperan contar con el apoyo solidario de la comunidad argentina para solucionar el problema.
Las condiciones ambientales creadas por obra y gracia de la Naturaleza, han visto como el Hombre altera el libre curso de las aguas, para su propia conveniencia. Por ejemplo, en México el río Lerma está muy contaminado debido al paso de aguas servidas, al uso desmedido de agua para riego agrícola y la incesante deforestación en su cuenca, que socava la fertilidad de los suelos. Aunque es el más largo de los ríos interiores que posee el país azteca, se hunde en metales, tintes y materia orgánica. Sin duda, es un reflejo de toda la polución que atesoran los espacios marítimos de la nación mexicana, y que encontró en los ríos de Panuco, Santiago y Atoyac, las mejores áreas para descargar todos los residuos industriales que destruyen el Medio Ambiente.
Cuando permitimos que los entonos costeros sean destruidos por la desidia urbana, se establece un libre albedrío en sus aguas. Por eso, la Bahía de Guanabara que es parte del Océano Atlántico y que se halla ubicada en la costa brasileña, es una muestra de la corrosiva acción industrializada que no perdona las bondades del ecosistema. Debido a sus altos niveles de toxicidad, es considerada la Bahía más contaminada en toda la geografía carioca. En Colombia, se teme que el Lago de Tota se convierta en el nuevo contenedor marino de polución neogranadina, pues se viene contaminando gracias al cultivo de cebolla larga, al criadero de trucha y a la presencia de elodea, que es una planta acuática invasiva que lo atiborra. Si bien el Tota es el lago más grande de Colombia, sus aguas se enturbian a un ritmo vertiginoso.
Mientras que en Chile se cumplen 10 años del desastre ambiental en el río Cruces de Valdivia, que aniquiló a cientos de cisnes de cuello negro, vistos como una especie de ave anseriforme propia de Sudamérica. Pero en un Mundo que se cotiza por el color de los billetes, ya no importa la biodiversidad, los humedales ni las masas de agua. Precisamente, el paradisiaco Mar Caribe es una mercancía en la que los turistas a bordo de los cruceros, lo han convertido en un gran basurero tropical. Nadie los reprime, porque ellos dejan grandes remuneraciones económicas en los puertos, siendo un lucrativo negocio para las agencias de viaje y los gobiernos. Recordemos que el Mar Caribe ha perdido el 80% de sus arrecifes, dejando heridos a sus ecosistemas por la ignorancia de la gente.
No es necesario nombrar toda la majestuosidad que yace en las aguas de Latinoamérica, para demostrar el abismo ambiental en el que vivimos. Estamos seguros que en tu ciudad existen los mismos problemas que relatamos en el artículo. De todas formas, hay que denunciar la contaminación observada en el Lago Yojoa (Honduras), en el Lago Junín (Perú), en el Río Usumancita (Guatemala/México), en el Lago Rapel (Chile), en el Lago Ypacaraí (Paraguay), en el Lago de Valencia (Venezuela), en el Río Quibú (Cuba), en el Río Babahoyo (Ecuador), en el Lago de Atitlán (Guatemala), en la Isla San José (Panamá), en el Lago de Chapala (México), en el Río de la Plata (Argentina/Uruguay), en el Lago Poopó (Bolivia), en el Río Acelhuate (El Salvador), en el Lago Chungará (Chile) y en muchísimos otros lugares del continente.
Pudimos comprobar que los principales cuerpos de agua dulce y salada de América Latina, presentan graves focos de contaminación por la falta de voluntad en los gobiernos de turno, para establecer una política ambiental que realmente permita lograr un equilibrio ecológico en sus aguas. Vemos que las pocas iniciativas verdes, se reducen a jornadas de saneamiento para conmemorar fechas alegóricas, como el Día Mundial de los Océanos, el Día de las Playas o el Día Mundial de los Mares. Todo se reduce a un insignificante día, que no genera respuestas positivas de cambio en busca de preservar a futuro los ecosistemas. De allí, que la salud de los hábitats va empeorando, al no existir supervisión de los organismos públicos, para contrarrestar los abusos ambientales de las empresas nacionales y extranjeras, que manejan el sector minero, pesquero y agrícola.
Por desgracia, no se proyecta la labor conservacionista en el seno de la colectividad, debido a que la Educación Ambiental está muy alejada de las calles, de los colegios y de las oficinas. La amarga realidad se traslada a los arroyos, quebradas y cañadas de nuestros pueblos, donde los habitantes viven lanzando desechos sólidos que enturbian el agua de sus localidades y convierten en basura a todo el Medio Ambiente. Lo más triste, es el costumbrismo de la gente en mantener contaminados los entornos naturales, reflejando la indiferencia socio-ambiental y la ausencia de sentido de pertenencia.
Tal irrespeto por la santidad de los espacios marítimos, viene acelerando el deterioro del planeta Tierra, y permitiendo que especies de fauna autóctonas se encuentren al borde de la extinción. Cada día las aguas latinoamericanas se ahogan en el llanto de un fuerte oleaje taciturno. Si seguimos apostando el destino de la Pachamama, explotando con frialdad sus recursos y contaminando sus lágrimas de sangre, quizás ya no tengamos que nadar contra la corriente.
Ecoportal.net
Dicen que el agua tiene memoria. Es un ser consciente que recuerda, vive y sufre el impacto ambiental negativo que provoca la Sociedad Moderna. El agua es secuestrada, robada y humillada en manos de las transnacionales, que desean asfixiarla en petróleo o sedimentar sus costas. Por obtener una gota de agua potable, somos capaces de amar u odiar al prójimo. Podemos quedarnos en la tranquilidad del hogar viendo la TV o salir a protestar con los vecinos en las furiosas calles. El agua mueve a un Mundo que se pierde en el rencor, en la ira y en la sed de venganza. Todo o nada. Vivir o morir. No importa color, religión o bandera, pues la necesidad de tener una fuente de agua para el consumo humano, viene haciendo que el fin justifique el medio para conseguirlo.
En conexo, el agua se teoriza como un bien común de libre acceso para todas las poblaciones, pero la caótica realidad sigue superando la ficción que atesora al recurso natural. Pese a que el agua es el ingrediente principal del Mundo, el pastel nunca fue bien digerido por los Seres Humanos, quienes han abusado de la receta mágica, y la convirtieron en un arma de destrucción masiva. Vemos que la herida continúa abierta, y no hay agua suficiente en el mar de Aral para curarla. Tan sólo se observa un cielo enrojecido por tantas bombas, cohetes y misiles que revientan los territorios foráneos, donde se esconden los yacimientos acuíferos de incalculable valor monetario. El irrespeto a los derechos humanos, se encarga de profanar las lágrimas de las inocentes víctimas que nunca se salvan del holocausto. El negocio del genocidio permite que los inversionistas extranjeros, vayan saboreando el manantial de agua enturbiada por clarificar. Dicen que una gota de agua será responsable de la Tercera Guerra Mundial, pero basta con saber que más del 80% de los océanos son explotados por la irracionalidad humana, para comprobar que el belicismo corporativo y financiero ganó la batalla naval en contra de la Pachamama. A los barcos pesqueros y a las plataformas petroleras, no les importa que los océanos regulen la temperatura del planeta o que produzcan la mayor cantidad de oxígeno. Ellos sólo desean enlatar todos los ecosistemas que atrapan a diario en sus gigantescas redes, y seguir derramando crudo bendito en el Golfo de México.
La poquísima cantidad de agua incolora, inodora e insípida que aún permanece santificada en los océanos del Mundo, está siendo analizada justo en este momento, en una gran sala de negocios donde los accionistas discuten qué marca comercial obtendrá las coordenadas, para envenenar de refrescantes gaseosas al Mundo. La costumbre de vivir en entornos contaminados viene castigando el destino de las aguas, y por eso las empresas no asumen la responsabilidad socio-ambiental, en aras de remediar los daños causados por las actividades mineras, pesqueras y agrícolas.
Aunque sabemos que las civilizaciones antiguas respetaban los espacios marítimos, por considerarlos templos sagrados de meditación, descanso y reflexión. Ahora la Sociedad Moderna, ya no sabe cómo seguir corrompiendo esos entornos, arrojando envoltorios de golosinas en las playas, lanzando botellas plásticas en los lagos y tirando cajas de cartón en los ríos. A nadie le importa si en esa ancestral laguna los indígenas veneraban a sus deidades, si en ese místico río desemboca el lago más grande de América, o si en las olas de esas playas los surfistas se enamoraron de la Naturaleza. El paso del tiempo demostró que el legado ecológico fue pisoteado por una gran blasfemia llamada globalización. No hay señal de retorno en esta mortífera carrera hacia la destrucción del Ser. De hecho, el Hombre siempre ha encontrado en las profundidades del mar, el mejor depósito natural para guardar sus grandes tesoros, como: televisores de plasma, baterías de litio, jeringas radiactivas, computadoras, embarcaciones piratas, aires acondicionados, escombros, teléfonos celulares, buques submarinos, discos de acetato, ositos de peluche y demás artilugios contemporáneos. Por eso, ya existe una isla de basura ubicada en el giro oceánico del Pacífico Norte, apodada la Sopa de Plástico y que revela el camino equivocado que transita el orbe.
Sin embargo, dicen que el agua no se le niega a nadie, así como tampoco se oculta la mente capitalista que invade al Mundo. Hoy en día, el agua está muy lejos de ser un derecho humano fundamental para todos. Es consabido que muchas familias humildes de nuestro continente, no disponen del servicio de agua potable. Hay zonas rurales que pasan días, meses y hasta años sin el suministro regularizado del líquido, agudizando la crisis ambiental global. En paralelo, a veces asumimos una actitud de autocomplacencia, al malgastar el agua porque pagamos con puntualidad el recibo mensual y merecemos derrocharlo, o incluso, compramos bombas eléctricas que son ruidosas y costosas, para aumentar el flujo de agua en el hogar. Por el contrario, deberíamos compartir esos litros de agua potable con quienes no lo poseen, sin esperar reintegros económicos ni adulaciones sociales.
La mezquindad está moviendo al Mundo, siendo un antivalor social que indica la falta de una verdadera educación ambiental en la ciudadanía. La mayoría de las personas no reducen, reutilizan o reciclan los desechos sólidos, porque no sienten la necesidad de practicar la tarea conservacionista. Dejan los equipos eléctricos prendidos en la casa u oficina, porque no sienten el deber de practicar la eficiencia energética. Se despilfarra el agua potable, porque no se establece un marco legal que obligue al uso racional del vital líquido. El vaso medio lleno o medio vacío. Todos saben que la basura terminará contaminando los arroyos de sus localidades, así como esperan que la lluvia recargue los embalses de las hidroeléctricas. El problema es que cuando llegan las inesperadas épocas de sequía, los incendios forestales, las inundaciones, los apagones o los terremotos, siempre es más fácil culpar al planeta Tierra por las calamidades que ellos mismos crean al manipular con fiereza los recursos.
Desde hace décadas el agua es un bien privado, que no depende de tuberías para llegar a las comunidades, sino de artimañas burocráticas que deciden el futuro próximo de la sustancia. El agua llega donde el dinero llegue. No importa donde vivas, ya que las válvulas gubernamentales escogen las viviendas que gozarán del preciado líquido. Nos duele reconocer que en los países latinoamericanos, el agua es parte de un macabro juego político, utilizado como chantaje para que la gente vote a favor de uno o en contra del otro. Se aprovechan de la desesperación de las personas, en busca de obtener resultados electorales favorables.
En tal sentido nos preguntamos ¿No hay agua o conviene que no haya agua? Resulta lamentable observar como la venta itinerante de agua potable a través de camiones cisternas, se ha convertido en un rentable medio de sustento para los usureros, quienes llenan los tanques de agua cilíndricos que sobresalen en las casas, residencias, escuelas y urbanizaciones. Así, se crea una cortina de humo empleada por los gobiernos, para garantizar el agua mercantilizada en todas las regiones, sin gastar un centavo reparando los graves problemas de infraestructura que presentan las ciudades.
Es insólito que los pueblos de América Latina, abastecidos de riquezas naturales en sus geografías, tengan que lidiar con la falta de la sustancia en los territorios. Lo afirmamos, pues en nuestros países es común que se utilicen los infinitos lagos, los caudalosos ríos y las exuberantes islas, como símbolos culturales que engalanan el acervo histórico de las poblaciones, por lo que se emplean al enviar cartas postales, al crear videos de interés turístico y para celebrar fechas patrióticas que rinden tributo a la nación. Pero, lo contradictorio es que cuando recorremos en vivo y directo sus aguas, nos encontramos con entornos muy contaminados que demuestran la agresiva problemática ecológica que enfrentamos a diario. Por ejemplo, el Lago de Maracaibo ubicado en Venezuela y considerado el lago más extenso de Sudamérica debido a sus más de 13.000 km2, engloba todos los inconvenientes socio-ambientales descritos en el artículo. En sus inmensas aguas hay cualquier cosa que usted se imagine. Desde los legendarios residuos de petróleo que rememoran los trágicos derrames de crudo, pasando por los desechos industriales con elevadísimos niveles de toxicidad, y terminando con la descomunal basura doméstica que se acumula en sus costas. Tampoco debemos olvidar la intensa actividad pesquera que ahogó al cangrejo azul, y el manto sacro de lemna que no deja que los rayos del Sol, iluminen la prueba del gran ecocidio descubierto.
Es la desoladora imagen de un lago que nunca descansa en paz, porque el impacto ambiental negativo es visualizado y aceptado por todos los factores sociales que integran la entidad zuliana. Sobre una porción de sus aguas se halla el conocido Puente General Rafael Urdaneta, empleado a diario por miles de personas que lo transitan desde sus vehículos particulares y autobuses, en espera de llegar con premura a las actividades laborales, académicas u hogareñas. Lo triste, es que no existe una actitud conservacionista en la ciudadanía para reconocer y preservar sus entornos naturales, como la Laguna de Sinamaica, la Isla de San Carlos, el río Catatumbo y obviamente el Lago de Maracaibo.
Todos lo ven contaminado por afuera, pero nadie lo piensa descontaminado por adentro. Cada año se celebra con bombos y platillos la dicha de tener un lago tan grande y un puente tan extenso. Es frecuente que se realicen programas de televisión y rebuscados discursos políticos en frente de sus aguas, demostrando orgullo regional en compañía de ese lindo panorama de fondo. Para los zulianos es normal que el lago se encuentre contaminado. Debe ser así porque la realidad ya fue asimilada por gran parte de la ciudadanía. No se denuncia, no se critica, simplemente no pasa nada.
La misma situación enfrenta el Lago Titicaca, que es el lago navegable más alto del Mundo, el cual es compartido por las naciones latinoamericanas de Perú y Bolivia. Aunque es considerado el “Lago sagrado de los Incas”, la gloria de sus aguas es silenciada por la extrema contaminación impulsada por las nuevas generaciones de Seres Humanos. En su bahía, usted puede encontrar una serie de atractivas sustancias, como arsénico, plomo y mercurio. En las cercanías del lago, los científicos belgas encontraron un sinfín de reliquias preincaicas, pero antes de irse no dejaron sumergida una pastilla de cloro para intentar sanearlo. Y en su isla, un grupo deinversionistas va a construir un hotel de lujo para convertir las misteriosas leyendas de los indígenas, en un gancho publicitario que venderle a los turistas.
Sin duda, que el Lago Cocibolca en Nicaragua, es apreciado como el mayor lago de América Central y el tercero más grande de Latinoamérica. No obstante, las aguas albañales y los agroquímicos se han encargado de devorar la vida de los únicos tiburones de agua dulce que existen en el Mundo, y que se equivocaron al elegir ese soleado entorno marítimo para vivir. El llamado “Gran Lago de Nicaragua”, será fuertemente destruido gracias al canal interoceánico que planea estropear los ecosistemas, haciendo caso omiso de leyes ambientales que resguardan el entorno natural. Sus más de 400 isletas, tres islas y dos volcanes, esperan que el fuego del contrato chino-nicaragüense, transforme el agua dulce en un rentable oleoducto para hidrocarburos, en un corredor ferroviario y en dos aeropuertos.
También los ríos son gravemente contaminados en los senderos latinoamericanos, tal es el caso de la cuenca del Río Matanza-Riachuelo en Argentina, que fue ubicada dentro de los 10 lugares más contaminados del Mundo, debido a un inflamable cóctel de cinc, plomo, cobre, níquel y cromo que viene afectando sus riberas. Ese irreparable daño ambiental, es auspiciado por las plantas químicas que operan cerca del río bonaerense, junto a las más de 1000 empresas que lanzan toneladas de desechos industriales en sus aguas, las cuales nunca son multadas por los gobiernos. Tal impunidad, ha ocasionado una emergencia sanitaria que tampoco ha sido resuelta en su totalidad por los organismos públicos. La descontrolada situación aflige la calidad de vida de una gran cantidad de lugareños, quienes esperan contar con el apoyo solidario de la comunidad argentina para solucionar el problema.
Cuando permitimos que los entonos costeros sean destruidos por la desidia urbana, se establece un libre albedrío en sus aguas. Por eso, la Bahía de Guanabara que es parte del Océano Atlántico y que se halla ubicada en la costa brasileña, es una muestra de la corrosiva acción industrializada que no perdona las bondades del ecosistema. Debido a sus altos niveles de toxicidad, es considerada la Bahía más contaminada en toda la geografía carioca. En Colombia, se teme que el Lago de Tota se convierta en el nuevo contenedor marino de polución neogranadina, pues se viene contaminando gracias al cultivo de cebolla larga, al criadero de trucha y a la presencia de elodea, que es una planta acuática invasiva que lo atiborra. Si bien el Tota es el lago más grande de Colombia, sus aguas se enturbian a un ritmo vertiginoso.
Mientras que en Chile se cumplen 10 años del desastre ambiental en el río Cruces de Valdivia, que aniquiló a cientos de cisnes de cuello negro, vistos como una especie de ave anseriforme propia de Sudamérica. Pero en un Mundo que se cotiza por el color de los billetes, ya no importa la biodiversidad, los humedales ni las masas de agua. Precisamente, el paradisiaco Mar Caribe es una mercancía en la que los turistas a bordo de los cruceros, lo han convertido en un gran basurero tropical. Nadie los reprime, porque ellos dejan grandes remuneraciones económicas en los puertos, siendo un lucrativo negocio para las agencias de viaje y los gobiernos. Recordemos que el Mar Caribe ha perdido el 80% de sus arrecifes, dejando heridos a sus ecosistemas por la ignorancia de la gente.
No es necesario nombrar toda la majestuosidad que yace en las aguas de Latinoamérica, para demostrar el abismo ambiental en el que vivimos. Estamos seguros que en tu ciudad existen los mismos problemas que relatamos en el artículo. De todas formas, hay que denunciar la contaminación observada en el Lago Yojoa (Honduras), en el Lago Junín (Perú), en el Río Usumancita (Guatemala/México), en el Lago Rapel (Chile), en el Lago Ypacaraí (Paraguay), en el Lago de Valencia (Venezuela), en el Río Quibú (Cuba), en el Río Babahoyo (Ecuador), en el Lago de Atitlán (Guatemala), en la Isla San José (Panamá), en el Lago de Chapala (México), en el Río de la Plata (Argentina/Uruguay), en el Lago Poopó (Bolivia), en el Río Acelhuate (El Salvador), en el Lago Chungará (Chile) y en muchísimos otros lugares del continente.
Pudimos comprobar que los principales cuerpos de agua dulce y salada de América Latina, presentan graves focos de contaminación por la falta de voluntad en los gobiernos de turno, para establecer una política ambiental que realmente permita lograr un equilibrio ecológico en sus aguas. Vemos que las pocas iniciativas verdes, se reducen a jornadas de saneamiento para conmemorar fechas alegóricas, como el Día Mundial de los Océanos, el Día de las Playas o el Día Mundial de los Mares. Todo se reduce a un insignificante día, que no genera respuestas positivas de cambio en busca de preservar a futuro los ecosistemas. De allí, que la salud de los hábitats va empeorando, al no existir supervisión de los organismos públicos, para contrarrestar los abusos ambientales de las empresas nacionales y extranjeras, que manejan el sector minero, pesquero y agrícola.
Por desgracia, no se proyecta la labor conservacionista en el seno de la colectividad, debido a que la Educación Ambiental está muy alejada de las calles, de los colegios y de las oficinas. La amarga realidad se traslada a los arroyos, quebradas y cañadas de nuestros pueblos, donde los habitantes viven lanzando desechos sólidos que enturbian el agua de sus localidades y convierten en basura a todo el Medio Ambiente. Lo más triste, es el costumbrismo de la gente en mantener contaminados los entornos naturales, reflejando la indiferencia socio-ambiental y la ausencia de sentido de pertenencia.
Tal irrespeto por la santidad de los espacios marítimos, viene acelerando el deterioro del planeta Tierra, y permitiendo que especies de fauna autóctonas se encuentren al borde de la extinción. Cada día las aguas latinoamericanas se ahogan en el llanto de un fuerte oleaje taciturno. Si seguimos apostando el destino de la Pachamama, explotando con frialdad sus recursos y contaminando sus lágrimas de sangre, quizás ya no tengamos que nadar contra la corriente.
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